lunes, 15 de enero de 2018

FOSTER Y BERNAL

Resulta del todo incuestionable la importancia que la obra gráfica de Harold Foster ha supuesto para la historia del cómic y, por ende, para numerosos dibujantes e ilustradores del mundo entero. El maravilloso palimpsesto que constituye todo su legado, tan brillante en su desarrollo técnico como soberbio en su acabado estético, significa una magistral lección de dibujo que posiblemente (o así, al menos, se nos antoja) no ha sido superada por ningún artista.

El gran Antonio Bernal reconoció en varias ocasiones su admiración hacia Foster. En la entrevista publicada en el número 26 de la revista El Boletín, primavera de 2006, confesaba que había recibido influencias especialmente de Frank Robbins y Harold Foster. Similar comentario podemos leer en la entrevista que le hizo su propio hijo, Daniel, publicada en el número 8 de la revista Trueno, en 2014, número dedicado expresamente a Bernal, que había fallecido unos meses antes. En esta ocasión, Antonio introducía a Alex Raymond en la exquisita nómina de sus modelos más queridos. Al mismo tiempo, reconocía la gran devoción que había sentido por obras como Rip Kirby, Big Ben Bolt, Julieta Jones, Flash Gordon, Johnny Hazard y El Príncipe Valiente. "¡Me pasaba horas releyéndolos!", nos dice el maestro ilustrador.

La documentación utilizada por Antonio Bernal fue ingente y variopinta y en ella se contabilizan modelos de diversa índole, como él mismo ha descrito en las entrevistas citadas. Sobre ese tenor, las efigies creadas por Foster fueron algunas de las matrices que Bernal tuvo muy en cuenta para sus impactantes portadas, tesoros del imaginario de toda una generación.


En nuestro lento desgranar de viñetas y páginas de un genio del dibujo, como es Foster, en ese viaje hacia la belleza inmarcesible de una vivencia artística que nos parece arrolladora, hemos encontrado algunas referencias (pero habrá más, estamos seguros de ello) que Antonio Bernal, también lúcido con sus pinceles, recreó después a gusto y conveniencia, formalizando sus propias variantes.

1a- La viñeta de Valiente (130 8/6/39) sirve de modelo para la portada de Bernal de la colección Héroes de 1964. Valiente por Trueno, lanza por escudo, y hasta el principal oponente persigue una postura aproximada.


1b- No es la única vez que Bernal utilizó la viñeta anterior, como podemos ver en esta comparación. El número 58 de Trueno Color, de 1970, refleja una portada que sigue muy de cerca el modelo fosteriano. Esta vez, Bernal cambia la lanza por la espada y aprovecha la dinámica del brazo derecho para dejarlo en esa posición, como término de una acción de golpeo. Se observan ligeros cambios en la imagen de Trueno, y se aprovecha de nuevo la figura del adversario en caída.


2- Esta viñeta de Valiente (52 2/5/38/) sirve como guía casi absoluta para una portada de Jabato Color, la del número 29. La posición de las figuras es prácticamente idéntica, con los cambios evidentes de los personajes representados.



3- De esta viñeta de Valiente (42 11/27/37), don Antonio toma la máxima referencia para llevar a cabo la portada del número 57 de Trueno Color, de 1970, con pequeños cambios en la pose de la figura principal, además de los que son lógicos (y posiblemente documentados para la época de Trueno) en el aspecto exterior.


4- Creo que esta es la imitación más conocida de Bernal respecto a una viñeta de Valiente (126 7/9/39); sobre todo, porque Wally Wood también hizo uso de ella. Se trata del número 82 de Trueno Color, de 1970. Bernal reproduce hasta tres figuras con posiciones anatómicas prácticamente iguales.


5- En esta ocasión, la utilización del modelo es un tanto menor, pero se halla presente de manera palpable. La viñeta de Valiente (146 11/26/39) sirve para plasmar (esta vez) a Taurus en un movimiento similar al del Príncipe, si bien se advierte una modificación en la posición de las piernas. 


6- La magnífica viñeta que contemplamos (307 12/27/42), perfecta en su composición dinámica, con esos gestos sincronizados hasta el milímetro, es el modelo que Bernal usa en el número 192 de Trueno Color, de 1973. Con unos pequeños cambios, que parecen adecuados para la escena de Trueno, nuestro ilustrador materializa una hermosa portada, como tantas otras que nos dejó su mágica paleta.